Villas Miseria: Los Sueños De Cartón


Mi Propia Casa Miserable
abril 8, 2010, 5:38 AM
Filed under: Los Ensayos para 108

La noche del 10 de febrero, estaba durmiendo tranquilamente cuando oí gritos, como si fueran sirenas.  De repente, estaba abrumada por el olor de la gasolina y el humo. Sentí el calor cada vez más cerca.  Entonces, la pared de papel en frente de mí estalló en llamas.  Corrí a la puerta principal, pero también estaba encerrada en llamas que tenían el color de mis miedos más profundos.  Simultáneamente, la luz de color amarillo brillante me sorprendió por ese momento. Estaba atrapada.  Después, el paisaje que me rodeaba se desmoronó y yo con él.  Me arrastré por el suelo como si fuera un animal.  No era simplemente una pesadilla; era y todavía lo es mi realidad más dolorosa.

Durante los últimos dos años, he llamado a Villa Cartón mi hogar.  Hace tres semanas, un incendio quemó mi casa.  Hoy, ni siquiera tengo mis propios pedazos de cartón.  Estoy sentado fuera de las tiendas de campaña que la ciudad había erigido para los residentes desplazados.  Estoy comiendo un quingombó grisáceo de arroz, patatas y zanahorias que se repartía desde un remolque cercano del gobierno.  No obstante, tengo sesenta años y un montón de esperanza.

Hace mucho tiempo, he vivido en un apartamento al centro de la ciudad, pero perdí mi trabajo como empleada doméstica y no podía pagar el alquiler.  Además, es imposible para alguien como yo comprar tierras, por lo que era necesario quedarse en la calle o ir a la Villa Cartón.  Sin duda, soy calificada y soy muy trabajadora.  Por el contrario, soy residente de un barrio marginal también.  Me negué a tomar una dádiva del gobierno de $ 2.300 a $ 8.300, un subsidio diseñado para ayudar a las familias buscar otras opciones de alojamiento después del incendio.  Aproximadamente la mitad de los residentes desplazados tomó el dinero, pero el resto se quedó.  ¿Por qué?  El gobierno dice que viviendas permanentes nuevas se construirán.  Espero estar en la primera línea.  Por otra parte, el único lugar donde uno podría darse el lujo con el subsidio estaría en la provincia, y nadie quiere ir allí.  No hay trabajo en la provincia, no hay servicios – no hay nada.  Tenemos que estar aquí; tenemos que esperar.

Todos los días veo a las madres de la villa que luchan por sus hijos y siempre rezo.  Tengo cuatro hijos, pero que ahora son adultos.  De vez en cuando recuerdo la sensación del suelo caliente de mi vieja casilla en el medio del fuego.  Siento el sabor de las lágrimas saladas en mis labios.  Siento la rigidez de mi cuerpo como si fuera un entarimado que se pisa.  Pero nunca puedo olvidar la heroica hazaña de mi vecino.  Él me sacó de la casa antes de caer a las llamas.  Por él, rezo también.

Las lluvias cambian el suelo bajo mis pies a barro pero no pueden cambiar mis sueños a barro. Ansío el hormigón, los ladrillos, y la madera de un hogar verdadero.  Pase lo que pase, no voy a renunciar a la posibilidad de una casa que merezco.  Por eso voy a celebrar mis 61 años aquí, luchando por mi propia casa miserable.


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muy lindo lo que escribis y muy triste a la vez

Comentarios por Marta




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